Una vez había una niña que se portaba tan bien, tan bien, tan bien, que se olvidó de como se jugaba.
Una vez había una niña que se portaba tan bien, tan bien, tan bien, que se olvidó de ser una niña.
Así empieza nuestra fábula que reivindica los derechos de la infancia, poniendo en el centro las necesidades de la chavalería.
Los adultos entendemos socialmente la infancia como una época sin valor en sí mismo, como un estar en el banquillo de la vida esperando que llegue el momento de ser productivo.
Cómo decía Marx, los intereses de clase son irreconciliables, y el mismo pasa con los intereses de adultos y niños. Mientras un adulto proyecta el futuro de los niños, la naturaleza esencial de las criaturas es hacer todo aquello que más importuna a los adultos: correr, chillar, molestar, entorpecer en fin, el correcto funcionamiento del sistema adulto/capitalista. Porque el sistema en que vivimos, es contrario en los procesos naturales y fisiológicos de la propia vida. En “Desobedient” cuestionaremos todo este sistema desde la perspectiva de la infancia.
