Sagal juega por las calles del pueblo, se divierte en las fiestas y ríe.
Un día, ve sus padres preocupados y nota que ya no le hacen caso como antes. Su padre es calero, fabricante artesano de cal, un material fundamental para la construcción de casas de antes, pero los tiempos y los materiales cambian, así, su padre, el hombre que quemaba piedras, tuvo que reconstruirlo con la ayuda de su hijo.

Un oficio artesanal, una familia rural, el fuego y las fiestas tradicionales conforman el paisaje humano donde se desarrolla esta historia, en un tiempo menos lejano del que parece. Jugar con la memoria nos ayuda a mantenerla viva.

Jugar con la memoria nos ayuda a mantenerla viva.

Mediante la fantasía y el virtuosismo del teatro de títeres, Mi padre quemaba piedras nos abre las puertas de un universo en el cual sonidos, objetos, gestos y palabras se ponen al servicio de una historia con aliento tradicional. El espectáculo fomenta la curiosidad de los niños/as sobre aquello que los rodea gracias al descubrimiento de las tradiciones. Mirar a su alrededor y observar… mirar hacia atrás y recordar… ¿De dónde venimos? ¿Mirar hacia delante y pensar en aquello que estamos creando y preguntarnos… dónde vamos?